miércoles, 1 de enero de 2020

De la culpabilización a la autojustificación: salud mental y profecías autocumplidas

Cuando uno no se responsabiliza, cuando no da pasos concretos para tratar de enmendar sus errores o asegurarse de no repetirlos, cuando no escarba, cuando no va a la raíz, cuando no hace un esfuerzo por cambiar sus hábitos y su forma de relacionarse con los demás, el hecho de fustigarse y recrearse en la culpa se convierte en una performance autocompasiva, en una autojustificación -paradójicamente, hay un punto de "me siento culpable, eso me reafirma en que no soy tan mala persona"- que sólo perpetúa el ciclo.

Este tipo de pensamiento fatalista, este "estoy roto desde niño, rompo todo lo que toco y no hay nada que pueda hacer", suele acabar sirviendo también como una especie de justificación, se convierte en una profecía autocumplida.
Martirizarse es contraproducente: si realmente queremos resarcirnos y enmendar nuestros errores tenemos que hacer un esfuerzo por dejar de repetirlos, y eso pasa por perdonarnos a nosotros mismos sin por ello perder de vista que lo que hicimos estuvo mal: lo contrario -no perdonarse, el autoodio- no beneficia a nadie y sólo trae más problemas a la larga (evitacion, ponerse a la defensiva).

Es necesario que entendamos de dónde venimos, qué sucesos nos han marcado y de qué forma, para que entendamos y podamos explicar nuestro comportamiento actual, desandar nuestros pasos, confrontar los miedos infantiles y las creencias infundadas que solemos arrastrar sin saberlo y que suelen estar a la raíz de muchas inseguridades y mecanismos de defensa actuales; pero a menudo confundimos explicar con justificar (como si el daño que nos han hecho a nosotros nos diera carta blanca para infligirlo en los demás, para redirigirlo de forma injusta), y la línea puede llegar a ser algo difusa. Pero curiosamente, pasarse al otro extremo, culpabilizarse más de la cuenta, arrastrar el arrepentimiento como una losa, odiarse a uno mismo, nos puede hacer caer en una actitud derrotista que, de alguna forma, nos mantenga encerrados en el mismo tipo de circuito destructivo e irresponsable. No hace falta ser un monstruo desalmado para hacer daño sistemáticamente, a veces basta con descuidar la propia salud mental, con huir. Responsabilizarse (tomar consciencia del problema y buscar activamente formas de superarlo y de evitar que recaiga en los demás) no es lo mismo que culpabilizarse (quedarse atrapado en un estado de penitencia y autoflagelación permanente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.